sábado, 15 de agosto de 2020

 

PLAN DE CONTINGENCIA N°7

Materia: Trabajo y ciudadanía

Año: 6to División: 2da

Turno: Vespertino

Carga horaria: Dos horas semanales

Profesor: Juan Manuel Leiva

Año lectivo: 2020

 

ACTIVIDADES:

1.-Teniendo en cuenta los fragmentos periodísticos abordados anteriormente: “Con más educación y trabajo, menor será el nivel de inseguridad social” y “Los empleos que vendrán y las habilidades que serán requeridas”

 

A.- ¿Qué relación se puede establecer entre ellos?

 

B.- ¿Cómo abordan el tema de la Globalización, las nuevas tecnologías, las nuevas formas de trabajo y el rol que debe abordar el Estado ante esta coyuntura?

 

C.- Según lo visto en las actividades con la película Tiempos modernos” de Charles Chaplin y haciendo una comparación con la nueva forma de trabajo “home office”, ¿qué cambios sustanciales se pueden observar?

¿Cambia la eficacia del trabajador en la realización de su labor desde su casa u oficina? Justificar su respuesta.

¿El home office beneficia al trabajador? Justificar su respuesta.


enviar trabajo a la casilla de correo juanley_69@hotmail.com


fecha de entrega 25/08

miércoles, 12 de agosto de 2020

Trabajo n° 5 literatura 6°1 y 6°2

 Ciclo lectivo 2020

E.e.s n° 60 

Literatura

6° 1 y 6°2

Trabajo práctico n° 5


Buenos días chicas y chicos. Espero que se encuentren todos muy bien y se sigan cuidando en estos momentos. 

En el trabajo anterior (“el sueño del Pongo”) comenzamos a ver cómo afecta el prejuicio, la mirada del otro en cada persona. Les propongo cambiar el método de trabajo, vamos a realizar un trabajo por mes. Así ustedes tienen tiempo para sacarse las dudas y realizarlo conscientemente, porque vamos a ver temas en los que la reflexión y la opinión personal, son sumamente importantes.

La idea es realizar (a fin de año) un trabajo, similar a una monografía, dónde se refleje la lectura de todos los textos que vamos a ir leyendo estos meses. 

Recuerden que me pueden mandar mensajes 1123492995, los días de semana, para hacer consultas o mandarme un mail debugal6@gmail.com . Saben que estoy para ayudarlos y tratar de hacer más sencillo todo esto porque si nos ayudamos entre todos, vamos a salir antes. Les mando un beso gigante a todos. 

 Trabajo n° 7 

Leer los siguientes cuentos y luego, contestar, las preguntas: 

(Son tres textos relacionados con la pobreza, les pido disculpas si por el vocabulario de alguno de ellos, se sienten ofendidos, recuerden que una de las características de la literatura es incomodar al lector. Si alguno de ustedes tiene problemas en la lectura de éstos textos, le pido que se comunique conmigo. Sinceramente, espero que puedan disfrutar de la lectura) 


“Negra de mierda”

5 abril, 2019 by Redacción La Tinta

Mirá la negra de mierda, mirá cómo lleva los nenes en la motito. Tres gurisitos sin casco, cagándose de frío, y la negra con ese culo enorme que ocupa todo el asiento. Qué hija de puta. Mirá, mirá cómo lleva a la pendejita, medio dormida, casi cayéndosele de esas piernas gordas de tanta cerveza y torta frita. Y mirá el otro, ahí atrás, agarradito como puede, tiritando, pobrecito. ¡Y mirá cómo lleva el bebé, negra hija de mil putas, metido adentro de la campera! Inconsciente de mierda, ojalá le saquen los hijos, ojalá se muera esta negra de mierda.

La camioneta arrancó, rabiosa, y se perdió calle abajo, zambullendo a la negra y sus crías en una nube de humo pegajoso. El que iba atrás tosió un poco y la motito se paró. El señor del golcito gris bocinó con furia a sus espaldas y le ordenó que se moviera, pelotuda, y la puta que la parió.

La nena en la falda abrió los ojos despacito y preguntó si faltaba mucho. La madre le apoyó la mano temblorosa sobre la frente sudada, comprobó que la fiebre seguía allí y murmuró un no mi amor, así, triste y suavecito, como los quejidos del Nazareno, que llora acurrucado contra sus tetas tibias, o como el cinco por seis treinta, cinco por siete treinta y cinco, que el Ismael recita con los brazos envolviéndole la panza llena de pan y mate cocido, porque al otro día tiene prueba y la Brenda tiene fiebre, y el Nazareno llora de hambre, y a esa hora el colectivo ya no entra hasta el barrio, y el Mario que no aparece desde la semana pasada, y la motito que se para cada cinco cuadras, y el hospital que todavía está lejos, y doña Esther que le dijo que para qué iba a tener otro hijo a los veintidós, que mejor abortara, y el Ismael que cada tanto dice que tiene frío, y la Brenda que se va quedando dormida, y la negra de mierda que le pide al Ismael que diga las tablas más fuerte, para que escuche la Brenda, para que no se duerma la Brenda, mientras que a ella le arden los ojos de tanto aguantarse las ganas de llorar de miedo.

Por Juan Solá / Foto: Colectivo Manifiesto

*Cuento que integra su libro Épica Urbana


Las zapatillas de Sarita (la parte honda del río I)

La tarjetita decía que a las cinco, pero Sarita llegó a las cuatro porque su mamá la dejó de pasada cuando se fue a tomar el colectivo, así que nos sentamos abajo del gomero para ver lo que hacía mi mamá, que iba y venía por el patio, con el vestido de flores hecho una campana, inflado de tanto viento norte.

La tarjetita decía que a las cinco, pero mi mamá había salido en la bicicleta bien temprano, a las ocho, para ir a lo del Gringo a comprar las cosas para la tarde, para que esté todo listo antes de que mis amigos y mis primos llegaran.

Con Sarita mirábamos a mamá poner la mesa, que en realidad no era una mesa, sino una tabla larga que mi papá pintó de blanco para salir del paso. Mirábamos a mamá y mirábamos la mesa blanca, que se fue llenando de platitos de plástico rojo y chizitos y gaseosa de pomelo y, cada tanto, también se llenaba de las flores que se caían de los lapachos porque se habían quedado dormidas.

Sarita me hizo reír porque trajo la tarjetita que decía que la invitaba a mi cumpleaños de cinco a ocho por si en la puerta no la dejaban pasar, pero ¡cómo no la iban a dejar pasar, si era mi mejor amiga! Yo sé que Sarita es mi mejor amiga porque cuando se dio cuenta de que la tarjetita en realidad era una fotocopia, no se rió como se habían reido...

¡Los primos! avisó mi papá cuando escuchó el auto de la tía Nora. El auto o sus gritos, no sé. La tía Nora habla más fuerte que los motores y enseguida se puso a gritar que ¡cuidado con la zanja, Lucrecia! ¡cuidado que hay barro, Augusto! ¡se van a ensuciar las zapatillas nuevas!

Augusto y Lucrecia aparecieron en el frente de casa, saltando con cara de asco los charquitos, que eran como espejos para yuyos, acostados sobre la tierra húmeda.

¿No te podías ir a vivir un poquito más lejos?, le dijo la tía Nora a mi mamá cuando ella salió a recibirla, secándose las manos con un repasador. La tía tenía cara de enojada y mi mamá le dijo hola, Nora, pasá, pasá, te sirvo un poco de gaseosa con hielo.

Cuando vienen los primos, mamá se pone nerviosa porque nuestra casa es chiquita y ellos miran para todos lados y preguntan por qué las paredes están mojadas y por qué el techo es de chapas y por qué la puerta de mi cuarto es una sábana del Hombre Araña, pero nunca se fijan en cómo crecen los tomates de la huerta, ni les importan ni un poco las flores, como globos brillantes, que cuelgan de los árboles. Jamás preguntan qué significan las canciones de los pajaritos ni saludan al Tom y a la Negrita cuando les mueven la cola para darles la bienvenida. Al rato, se ponen chinchudos porque en mi casa no hay cable, ni videojuegos, ni computadora, y dicen que leer y dibujar es aburrido y enseguida empiezan a preguntar cuánto falta para volver.

Pero mi mamá dijo que igual tenía que invitarlos.

Para las cinco y media ya habían llegado todos y nos paramos alrededor de la tabla para tomar una gaseosa de pomelo y comer lo que había en los platitos.

Lucrecia le dijo a mi mamá que quería una chocolatada y Augusto se metía los chizitos en la boca y los escupía y como no había chocolate para la chocolatada, Lucrecia agarró su vaso de pomelo y lo vació en el pasto.

Este cumpleaños es una mierda, dijo.

A mí me dieron muchas ganas de empujarla y tirarla al barro, pero escuché la voz de Sarita y se me fueron las ganas de pelear, porque me mostró cómo hacer un caballo con palitos y chizitos y al final hicimos muchos porque los otros chicos se pusieron a jugar con nosotros y después Sarita nos contó que cuando los búhos se juntan en grupo, eso se llama "parlamento".

¿Cuánto falta para irnos, mami? dijo Augusto a los gritos, pero la tía Nora ni le respondió. No le hagas caso, me dijo Sarita. Te está buscando roña.

En eso llegó la Negrita. Venía de la calle, de jugar con los perros de la cuadra. Cuando me vio, movió la cola y paró las orejas, como diciéndome feliz cumpleaños, y enseguida se me vino encima, con tanta mala suerte que en el camino le pisó las zapatillas a Lucrecia.

Nunca la había escuchado gritar con tanta rabia. Lloró y pataleó y dijo malas palabras y después corrió hasta donde estaba la tía y le dijo que la perra le había embarrado las zapatillas nuevas. Yo corrí atrás de ella. ¡Fue sin querer, prima!, le dije, asustado. Tenía miedo de que mi papá la castigara a la Negrita.

Lucrecia me miró con los ojos llenos de odio. Creo que del otro lado de sus pupilas había un monstruo que quería comerme.

Vos porque no tenés ni zapatillas, me dijo, y la tía le gritó que si no se callaba la boca le iba a dar una cachetada. Yo sé que a la tía le daba vergüenza que a los primos se les escapara en voz alta lo que ella pensaba en silencio.

Mi papá, que no sabía pedir disculpas, no supo hacer otra cosa que agarrarla a manguerazos a la Negrita. Pobre Negra. Aulló finito, finito, como suplicando que la perdonen. ¡Pegale más fuerte, tío!, le pidió Lucrecia y mi papá le hizo caso porque no quería que nadie supiera que a él le daba mucha vergüenza no haber podido comprar las zapatillas que le había pedido.

Después de eso, la Negrita no vino a casa por varios días.

Mi mamá apareció con la torta en una bandeja y la canción del feliz cumpleaños en la boca y papá y la tía y todos los demás (menos los primos) cantaron con ella.

Me hicieron pararme en la punta de la tabla con todos los chicos y pedir tres deseos y soplar las velas y papá nos sacó fotos (después las mandaron a revelar y quedaron re lindas porque eran más o menos las seis y media y a esa hora los árboles del fondo de casa se veían mitad verdes y mitad anaranjados.)

La tía Nora vino con un paquete y mi mamá le dijo que muchas gracias, que no se hubiera molestado, y ella dijo que feliz cumpleaños, sobrino, que no era nada. Que era ropa que Augusto no quería usar, pero que estaba nuevita.

Mi papá me sacó una foto con la tía Nora, pero esa no salió tan linda.

Mi mamá agarró el cuchillo para cortar la torta y Sarita dijo ¡paren, que falta mi regalo! y sacó de abajo de la mesa una bolsita de plástico negro.

¡Sorpresa!, me dijo, cuando saqué las zapatillas. Estaban buenísimas. Eran rojas, con cordones blancos y unas tiritas de cuero marrón oscuro cosidas a los costados. Probátelas, me dijo mi mamá, que estaba re contenta. Cuando me las puse, me di cuenta de que me quedaban un poquito chicas, pero eran tan cómodas que no me importó. Me paré y era como estar parado arriba de la cama de mis papás.

La tía aprovechó que mi papá me sacaba una foto con las zapatillas nuevas para decir que gracias por todo, que muy ricos los chizitos, que se les hacía tarde para la misa. Nos tuvieron que obligar a darnos un beso con mis primos, que después se fueron saltando atrás de la tía Nora, que gritaba ¡cuidado con el barro! ¡cuidado con la zanja!

No se dieron cuenta, me dijo Sarita, muerta de risa, mostrándome los pies descalzos, escondidos debajo de la tabla.

Hoy nos vimos en la escuela y le conté que apareció la Negrita y ella me contó que le dijo a la mamá que se había olvidado las zapatillas en la puerta de su casa porque volvió caminando y había pisado barro y me dijo que su mamá le creyó y yo le conté que mi mamá dijo que ella era como mi ángel de la guarda y ella me contó que el domingo había visto un documental sobre animales y yo le conté que me quería comprar un cuaderno para hacer historietas y ella me contó que si le sostenés la cola a los canguros, no pueden saltar y yo le conté que hay una mariposa en África que es tan venenosa que puede matar seis gatos y ella me contó que los pingüinos se quedan con un solo compañero por el resto de su vida y yo pensé que ojalá Sarita y yo fuéramos pingüinos.


 



Es que somos muy pobres

[Cuento - Texto completo.]

Juan Rulfo

 

Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejabán, viendo cómo el agua fría que caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.

Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se la había llevado el río

El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero después me volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese sonido se fue haciendo igual hasta traerme otra vez el sueño.

Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar. Se notaba en que el ruido del río era más fuerte y se oía más cerca. Se olía, como se huele una quemazón, el olor a podrido del agua revuelta.

A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas. Iba subiendo poco a poco por la calle real, y estaba metiéndose a toda prisa en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora. El chapaleo del agua se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta. La Tambora iba y venía caminando por lo que era ya un pedazo de río, echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a algún lugar donde no les llegara la corriente.

Y por el otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber llevado, quién sabe desde cuándo, el tamarindo que estaba en el solar de mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. Era el único que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la creciente esta que vemos es la más grande de todas las que ha bajado el río en muchos años.

Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero de agua que cada vez se hace más espesa y oscura y que pasa ya muy por encima de donde debe estar el puente. Allí nos estuvimos horas y horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Después nos subimos por la barranca, porque queríamos oír bien lo que decía la gente, pues abajo, junto al río, hay un gran ruidazal y sólo se ven las bocas de muchos que se abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por eso nos subimos por la barranca, donde también hay gente mirando el río y contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que el río se había llevado a la Serpentina, la vaca esa que era de mi hermana Tacha porque mi papá se la regaló para el día de su cumpleaños y que tenía una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos.

No acabo de saber por qué se le ocurriría a la Serpentina pasar el río este, cuando sabía que no era el mismo río que ella conocía de a diario. La Serpentina nunca fue tan atarantada. Lo más seguro es que ha de haber venido dormida para dejarse matar así nomás por nomás. A mí muchas veces me tocó despertarla cuando le abría la puerta del corral porque si no, de su cuenta, allí se hubiera estado el día entero con los ojos cerrados, bien quieta y suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen.

Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió despertar al sentir que el agua pesada le golpeaba las costillas. Tal vez entonces se asustó y trató de regresar; pero al volverse se encontró entreverada y acalambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez bramó pidiendo que le ayudaran. Bramó como sólo Dios sabe cómo.

Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no había visto también al becerrito que andaba con ella. Pero el hombre dijo que no sabía si lo había visto. Sólo dijo que la vaca manchada pasó patas arriba muy cerquita de donde él estaba y que allí dio una voltereta y luego no volvió a ver ni los cuernos ni las patas ni ninguna señal de vaca. Por el río rodaban muchos troncos de árboles con todo y raíces y él estaba muy ocupado en sacar leña, de modo que no podía fijarse si eran animales o troncos los que arrastraba.

Nomás por eso, no sabemos si el becerro está vivo, o si se fue detrás de su madre río abajo. Si así fue, que Dios los ampare a los dos.

La apuración que tienen en mi casa es lo que pueda suceder el día de mañana, ahora que mi hermana Tacha se quedó sin nada. Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron mis otras dos hermanas, las más grandes.

Según mi papá, ellas se habían echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy retobadas. Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de lo peor, que les enseñaron cosas malas. Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando las llamaban a altas horas de la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a veces, cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima.

Entonces mi papá las corrió a las dos. Primero les aguantó todo lo que pudo; pero más tarde ya no pudo aguantarlas más y les dio carrera para la calle. Ellas se fueron para Ayutla o no sé para dónde; pero andan de pirujas.

Por eso le entra la mortificación a mi papá, ahora por la Tacha, que no quiere vaya a resultar como sus otras dos hermanas, al sentir que se quedó muy pobre viendo la falta de su vaca, viendo que ya no va a tener con qué entretenerse mientras le da por crecer y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para siempre. Y eso ahora va a estar difícil. Con la vaca era distinto, pues no hubiera faltado quién se hiciera el ánimo de casarse con ella, sólo por llevarse también aquella vaca tan bonita.

La única esperanza que nos queda es que el becerro esté todavía vivo. Ojalá no se le haya ocurrido pasar el río detrás de su madre. Porque si así fue, mi hermana Tacha está tantito así de retirado de hacerse piruja. Y mamá no quiere.

Mi mamá no sabe por qué Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia, desde su abuela para acá, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios y eran muy obedientes y no le cometían irreverencias a nadie. Todos fueron por el estilo. Quién sabe de dónde les vendría a ese par de hijas suyas aquel mal ejemplo. Ella no se acuerda. Le da vueltas a todos sus recuerdos y no ve claro dónde estuvo su mal o el pecado de nacerle una hija tras otra con la misma mala costumbre. No se acuerda. Y cada vez que piensa en ellas, llora y dice: “Que Dios las ampare a las dos.”

Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio. La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención.

-Sí -dice-, le llenará los ojos a cualquiera dondequiera que la vean. Y acabará mal; como que estoy viendo que acabará mal.

Ésa es la mortificación de mi papá.

Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella.

Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende. Llora con más ganas. De su boca sale un ruido semejante al que se arrastra por las orillas del río, que la hace temblar y sacudirse todita, y, mientras, la creciente sigue subiendo. El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha y los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición.

 

  

 

 Cuestionario

1. A. En  el cuento “Negra de mierda”, cuál es la visión que tienen los vecinos/testigos de la mujer que va en moto? 

B. En este mismo cuento, cuál es la realidad de esa mujer? 

C. Cuántos hijos tiene y cómo se arregla con ellos? 

D. Qué reflexión sobre el juzgar  y el prejuzgar te dejo éste cuento? (Opinión personal)


2. A. En el cuento, “Las zapatillas de Sarita” , cuáles son las dos realidades que se muestran en el texto? (En cuanto a las realidades del protagonista y su amiga, y los primos del protagonista) 

B. Quién es Sarita y cómo es su personalidad? Qué actos/ acciones la definen? 

C.  En este cuento, podemos ver la solidaridad y complicidad entre dos amigos. Copiar un fragmento que demuestre dichas acciones. 

        3. A. En el cuento “Es que somos muy pobres” cuál es la realidad de los protagonistas? 

            B. Cuáles son los dichos o habladurías que hay alrededor de la familia? 

            C. Cuáles son los temas principales de este cuento. 

4. Una vez que leyeron los tres cuentos, contestar:

A. Cuál de ellos te impactó más? Por qué? 

B. Cuáles son los temas en común que tienen éstos tres textos, además de la pobreza? 

C. Realizar una reflexión, eligiendo uno de los temas, dónde expongas tu opinión sobre lo leído. Mínimo quince renglones. 


lunes, 15 de junio de 2020

4º1 Matemática






5º 1 Matemática




2º A Matemática


Trabajo Práctico Nº 5
Parte 3
Prof.: Luna, Lorena
Área: Matemática
Cursos: 2ºA E.E.S. Nº 60
             2º 1ª E.E.S.A. Nº 1
Fecha de entrega: 19 de junio de 2020.
CONSIGNA: COPIA LAS ACTIVIDADES EN TÚ CARPETA CON LAPICERA Y RESUELVE LAS MISMAS CON LÁPIZ.

ACTIVIDADES:
1) Un submarino está a 80 metros de profundidad:
a)      ¿Cuántos metros debe bajar para llegar a los 100 m de profundidad?
b)      ¿Y cuántos debe subir desde ahí para estar a 40 m de profundidad?

2) Un ascensor está en el cuarto piso:
a)      ¿Cuántos pisos debe bajar para llegar al tercer subsuelo?
b)      ¿Y cuántos debe subir desde ese subsuela hasta el noveno piso?

3) La amplitud térmica es la cantidad de grados que varía la temperatura en un día (la diferencia entre la temperatura mínima y la máxima).
Completa la tabla con la amplitud térmica de cada día de la semana en una ciudad cualquiera y luego responde:
Día de la semana
Temp. Mínima
Temp. Máxima
Amplitud térmica
Lunes
1ºC
8ºC
7ºC (ejemplo)
Martes
-1ºC
6ºC

Miércoles
-3ºC
7ºC

Jueves
2ºC
11ºC

Viernes
-6ºC
0ºC

Sábado
-8ºC
-1ºC

Domingo
-5ºC
3ºC


a)      Si la amplitud térmica es de 8ºC y la temperatura mínima es de -3ºC, ¿Cuál es la temperatura máxima?
b)      Si la amplitud térmica es de 6ºC y la temperatura máxima es de 4ºC, ¿cuál es la temperatura mínima?

4) Los paquetes de galletitas de una misma marca tienen un peso promedio de 300 g. en la tabla, se muestra cuántos gramos más o menos tiene cada paquete respecto del peso promedio.
Sabor
Chocolate
Limón
Vainilla
Coco
Naranja
Salvado
Avena
Peso
+ 50
0
- 20
+ 30
- 50
- 40
+ 10

Observa la tabla y responde:
a)      ¿Cuánto pesa un paquete de galletitas de vainilla?
b)      ¿Y cuánto un paquete de galletitas de avena?
c)      ¿Y un paquete de galletitas de limón?
d)     ¿Qué paquete pesa 250 g?
e)      ¿Cuál pesa 330 g?
f)       ¿Y cuál 260 g?
g)      ¿Cuál es la diferencia de peso entre el paquete de galletitas de naranja y el de chocolate?

5) La tabla muestra los movimientos del ascensor de un edificio de oficinas.
Completá la tabla:

Parte de
Se desplaza
Llega a
4
5        pisos hacia abajo

-2
6        pisos hacia arriba

-1
2        pisos hacia abajo

-6
4 pisos hacia arriba


3 pisos hacia arriba
0

8 pisos hacia abajo
        -3
7

        -2
 -4

7
-1

        -5


1º A Matemática


Trabajo Práctico Nº 6
Parte 2
Prof.: Luna, Lorena
Área: Matemática
Cursos: 1ºA E.E.S. Nº 60
             1º 1ª E.E.S.A. Nº 1
Fecha de entrega: 19 de junio de 2020.
CONSIGNA: COPIA LAS ACTIVIDADES EN TÚ CARPETA 
CON LAPICERA Y RESUELVE LAS MISMAS CON LÁPIZ.

Descomposición de números
1) Pensá y respondé:
a)      La cifra 7 en el número 1.723.475 ¿representa el mismo valor?
b)      La cifra 5 en el número 4.542.891 ¿representa 500.00 o 50.000?
c)      ¿Qué valor representa la cifra 6 en el número 36.702.814?
d)     ¿Y qué valores representa la cifra 4 en el número 145.734.217?
2) Escribí cada número (presta atención al sumar ya que las cantidades están desordenadas):
a)      30.000 + 8 + 600.000 + 2.000 + 5.000.000 =
b)      5x10.000 + 7x1.00 + 4 + 9x10.000.000 =
c)      600.000 + 50 + 400.000.000 + 8.000 +3.000.000 =
d)     2x10.000 + 7 + 3x100.000.000 + 5x1.000.000 =

Sistema de numeración decimal
3) Resolvé mentalmente cada cálculo
a)      230.000 : 1.000 =
b)      705 x 1.000 =
c)      650.000 : 10.000 =
d)     130 x 10.000 =
e)      5.600.000 : 10.000 =
f)       2.050 x 100.000 =
4) Descomponé cada número en potencias de 10:
a)      40.871 =
b)      106.034 =
c)      2.080.409 =
d)     67.714.054 =
Por ejemplo:
5.784.329 = 5x106 + 7x105 + 8x104 + 4x103 + 3x102 + 2x101 + 9x100