PLAN DE
CONTINGENCIA N°3
Materia: Trabajo
y ciudadanía
Año: 6to
División: 2da
Turno:
Vespertino
Carga horaria: Dos
horas semanales
Profesor: Juan
Manuel Leiva
Año lectivo: 2020
ACTIVIDAD:
1) Leer el
siguiente fragmento periodístico
"con más
educación y trabajo, menor será el nivel de inseguridad social”
El economista argentino Bernardo Kliksberg, el
mayor especialista en pobreza de Latinoamérica, sostiene que el único camino
eficaz para bajar los índices de criminalidad es a través de políticas
sociales.
La educación parece fácil: a mayor inversión
educativa y en políticas sociales, menores son los índices de criminalidad.
“Hay una correlación estadística absoluta entre más educación y menos
delincuencia. Cuanta más escolaridad y trabajo decente haya, menor será el
nivel de inseguridad en la sociedad.” En momentos en que el debate sobre la
inseguridad vuelve a las tapas de los diarios y a los principales títulos de
los noticieros, las palabras de Bernardo Kliksberg clarifican el panorama. Es
que es una voz autorizada en la materia: el economista argentino es el mayor
experto latinoamericano en pobreza y desigualdad. Es asesor principal de la
dirección regional para América Latina y el Caribe del Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (Pnud) y asesoró en los últimos años a más de treinta
países y a organismos internacionales como la Unesco, Unicef, OIT, OEA y OPS,
entre otros.
Kliksberg es autor de 48 libros relacionados con el
tema. El más reciente es el best seller Primero la gente, escrito con el premio
Nobel de Economía Amartya Sen. Por estos días se encuentra en la Argentina.
Vino a participar del Primer Foro Nacional sobre Responsabilidad Social
Empresaria, que se realizó esta semana en la provincia de Mendoza. El director
de Miradas al Sur, Eduardo Anguita, lo entrevistó en Carbono 14, su programa de
radio que se emite todos los días -de 18 a 20- por Radio Nacional. El
economista aseguró que las políticas de mano dura y el aumento de penas para
combatir la inseguridad ciudadana no sirven. Y afirmó que los países que
lograron bajar los índices de delincuencia lo hicieron “en base a la inclusión
social universal de los jóvenes”. También habló sobre las dificultades que está
teniendo la mayoría de los jóvenes latinoamericanos para acceder al mercado de
trabajo formal.
¿Cómo transmitir la cultura del trabajo para que
haya más igualdad y para que sea un elemento que dé homogeneidad, que nos
integre como sociedad?
Es un momento muy oportuno para desenroscar el
tema. Se está generando en el mundo como consecuencia de esta crisis económica,
casi salvaje, que generaron los desaciertos fenomenales en la economía
norteamericana, esto que se llama una generación perdida. Hay 81 millones de
jóvenes desocupados: es la mayor cifra de jóvenes desocupados en la historia.
La tasa de desocupación en Europa está alrededor
del 24 por ciento. Hay toda una generación a la que no se le ha dado la
oportunidad de golpear la puerta siquiera para tratar de ser probado en una
entrevista. En los Estados Unidos, por cada puesto de trabajo hay seis
aspirantes y en algunas áreas como la construcción por cada puesto hay 35
aspirantes. Eso en el mundo desarrollado.
¿Y en América latina?
Tenemos 7 millones de jóvenes desocupados. Y los
jóvenes que sí están ocupados tienen condiciones mucho peores que los otros
grupos de edades: ganan la mitad del sueldo que los adultos y el 68 por ciento
no tiene un seguro médico. No se les está abriendo la puerta a los jóvenes para
que muestren su cultura de trabajo. Por el contrario, es un momento de
exclusión severa. Las crisis han tenido una de sus figuras más vulnerables y
más débiles en los jóvenes que estaban asomando a la sociedad de trabajo. En
América Latina hay un tema dramático que es que no hay posibilidad de
insertarse en el mercado de trabajo formal. Para poder insertarse en el mercado
de trabajo formal hay que tener por lo menos doce años de escolaridad. Se
muestra estadísticamente que con menos de una secundaria completa hoy las
empresas, con razón, en el siglo XXI en un mundo tecnológico tan avanzado, no
aceptan siquiera mano de obra para salidas menores no calificadas y resulta que
ahí hay un cuello grande. Porque el 50 por ciento de los jóvenes en la mayor
parte de América Latina no terminaron el colegio secundario. No porque les
falte cultura de estudio, sino porque la pobreza está ahí presente en el 34 por
ciento de la población.
Kliksberg, sin embargo, remarcó que ha habido
avances importantes en la Argentina, en Uruguay, en Chile, en Brasil. Aunque
advirtió: “Hoy las cifras siguen siendo muy lejanas a lo que se necesita.
Resulta que de cada tres chicos pobres sólo uno termina la secundaria. Y sin
secundaria van a ser marginales. El tema central es el acceso a la educación y
el acceso al trabajo. Esos son los temas estratégicos centrales. Si no se
resuelve la atención a los jóvenes, va a haber niveles de conflictividad
altísimos y es de mirada muy corta ver cómo se desarrolla este drama. Que es
drama para toda la ciudadanía: el de la inseguridad ciudadana”.
Quería adentrarme en estas tensiones que usted
dice. No para extorsionar con la idea de que hay que invertir más en seguridad,
sino para poder profundizar esto que usted dice: una generación de adolescentes
y jóvenes, con problemas de rebeldía social o delincuencia, que pueden terminar
sus días en la cárcel.
Claro. Yo me apoyo en cifras y las cifras dicen que
la delincuencia joven ha aumentado significativamente en toda América Latina.
Pero cuando se analiza qué pasó en otros países, cuáles son las experiencias
comparadas, qué ciudades del mundo lograron eliminar la delincuencia joven, se
llega a conclusiones opuestas a las conclusiones demagógicas y rápidas en que
se está llegando por parte de algunos sectores en el debate de la Argentina. La
conclusión demagógica y rápida es hay que meterlos presos, aplicarles la mano
dura, todo el rigor. Yo les pregunto a los que plantean esos términos: ¿saben
cuáles son los países del mundo que tienen menos criminalidad joven? Son
Noruega, Suecia, Dinamarca, que tienen menos de un homicidio cada cien mil
habitantes por año. En América Latina tenemos 26 homicidios cada cien mil
habitantes por año, y en el Salvador 70 homicidios cada cien mil habitantes por
año. ¿Cómo lo lograron los países nórdicos? ¿En base a aumentar el número de
patrulleros en la calle y las alarmas eléctricas y a hacer penas más severas?
No. Son los países que tienen la menor cantidad de policías por habitante. O
sea: la inversión en fuerzas de seguridad es la menor en todo el planeta. Lo
lograron en base a la inclusión social universal de los jóvenes. No es una
tentación el delito porque todos los jóvenes, amparados por la sociedad
–incluyendo las empresas privadas–, pueden terminar desde el preescolar hasta
un posgrado. Todos los jóvenes tienen el derecho asegurado y protección total
en materia de salud.
El especialista de la ONU señaló que el 20 por
ciento de todos los jóvenes de América Latina están actualmente fuera del
sistema educativo y fuera del mercado del trabajo. Y que, en ese sentido, las
políticas públicas “siguen siendo muy débiles”. Pero marcó excepciones: “Hay cosas
muy interesantes que está haciendo el Ministerio de Trabajo en la Argentina con
empresas privadas. O lo que está haciendo el Ministerio de Educación para que
los chicos que no terminaron la secundaria puedan rendir las materias que les
faltan”. Kliksberg explicó: “Algunos jóvenes excluidos que no tienen ayuda
quedan sueltos frente a la opción de la delincuencia. De alguna manera la
sociedad está preparando una mano de obra cautiva al crimen organizado. La
sociedad no distingue entre el crimen organizado y la criminalidad joven”.
¿Cómo se logra convencer al sector privado, a la
sociedad, de qué es necesario hacer esta apuesta a los jóvenes? Porque muchas
veces es el sector privado el que presiona al Estado para que no gaste esos
recursos en los jóvenes.
La idea es como El Principito: lo esencial es
invisible a los ojos. Hay una correlación estadística absoluta entre más
educación y menos delincuencia. En los Estados Unidos se probó hace poco que un
año más de escolaridad para los chicos que abandonaban la escuela reducía el
número de asaltos y homicidios en la economía en un 30 por ciento. Cuanta más
educación y trabajo decente haya, menor será el nivel de inseguridad en la
sociedad.
Kliksberg remarcó que las empresas privadas pueden
ayudar muchísimo en las políticas públicas. Y destacó las acciones de ese tipo
que se están haciendo en Alemania, Noruega, Holanda, Canadá. “Ahí las empresas
privadas asumen su responsabilidad social empresaria para crear puestos de
entrenamiento, en una primera etapa, y después trabajo para jóvenes excluidos.
Ahí comienza la seguridad. El tercer término es la familia. Si se apoya a la
familia para que no se desarticule, baja la pobreza. La familia es la principal
proveedora de educación antidelincuencia en la sociedad a través de los
ejemplos diarios. Estas acciones son las que producen resultados en el mediano
y largo plazo y hacen bajar la delincuencia. Entonces, como decía El
Principito, está allí, a la vista.”
Finalmente, Kliksberg diferenció la criminalidad
joven del delito organizado. “Al crimen organizado al que aplicarle el máximo
peso de la ley, como las bandas del narcotráfico o las que hacen secuestros,
entre otras. Pero la delincuencia joven que está creciendo debe ser analizada
desde el punto de vista de las opciones reales que se están ofreciendo en esta
sociedad.” Una voz autorizada para un debate que suele quedarse a mitad de
camino
Fuente:
entrevista extraída
de sur.elargentino.com/notas, de fecha 20/09/2010
a) ¿Cuál es la idea principal
que platea Bernardo Kliksberg?
b) ¿Qué relación hace
kliksber entre educación y trabajo decente?
c)¿Cuándo plantea
kliksber que los adolescentes finalizaron sus estudios secundarios, cual es el problema
que enfrentan para ingresar el mercado laboral?
d)¿Según Klisksber qué
medidas se deberá tomar para revertir esta situación?
Encarezco
enviar los trabajos realizados a la casilla de correo:
Email:
Juanley_69@hotmail.com